Ahmadineyad, ‘el enemigo del pueblo’

09/Feb/2011

La República, Mauricio Zieleniec

Ahmadineyad, ‘el enemigo del pueblo’

Por Mauricio Zieleniec Director del mensuario “Identidad”
9-2-2011
La reciente visita de nuestros legisladores a Irán genera reflexión y preguntas. ¿Sabemos acaso adónde estamos yendo?
En principio no me resulta aceptable que nuestras legisladoras en visita oficial estén presionadas a usar una “burka”, vestimenta que esconde el rostro de la mujer y su vestir. Es el viejo mito donde el género femenino es diabólico, insinuante, pecaminoso y por lo tanto existe una visión de desprecio e inferioridad. En este símbolo de vestimenta que acompañaron nuestras legisladoras, borran sus principios por acercarse a un “protocolo” inaceptable.
Pero Irán en sí mismo, ¿qué es? Y su presidente Ahmadineyad, ¿que sostiene?
Sus bases están en un Estado “integrista” basado en el Corán (el Libro sagrado), que pasa a ser el rector constitucional: “los principios de la Constitución iraní hablan sobre el Estado islámico, inspirado, según sus preceptos por Dios, debiendo mantener sus mandamientos y hacer que todos los iranies los observen.” Sus instituciones formales son parte de las reglas interpretadas por dichos creyentes iluminados. La institución más importante que tiene el dominio o poder, se encuentra en los Guardianes de la Revolución Iraní. Fundada en 1979 por el ayatolá Khomeini ­según un historiador francés­, constituye el brazo ideológico del régimen y funciona de forma totalmente independiente del Ejército. Ellos sólo responden ante el ayatolá (el líder supremo) y constituyen un Estado dentro del Estado, con sus propias fuerzas, aérea, armada, unidades de combate, de seguridad, de inteligencia, fuerza expedicionaria ( Al Quds) y sistema penitenciario; su influencia se hace notar en todos los sectores de la sociedad iraní.
Aunque solo la integran 125.000 soldados, la Guardia Revolucionaria Iraní controla a los basiyis, una milicia de voluntarios armados formada por cientos de miles de jóvenes de ambos sexos que se encargan de mantener el orden en todos los rincones de Irán. Los basiyis son los soldados de a pie de la Guardia Revolucionaria. Según la IRNA, agencia de prensa iraní semi estatal, los basiyis cuentan con unos 12 millones de miembros que disfrutan de importantes privilegios sociales y por ello atrae a muchas personas de menos convicción ideológica. Su rama dura constituye la espina dorsal del régimen.”
Para las elecciones nacionales los candidatos deben ser aceptados por el Consejo de Guardianes, lo cual implica anular posibilidades a candidatos contrarios al líder supremo, el ayatolá. De esta forma su elección carece de toda condición democrática, pasando a ser un régimen despótico de los integristas islámicos. El Consejo de Guardianes está investido a su vez con autoridad para interpretar la Constitución y determinar si las leyes aprobadas por el Parlamento están en línea con la Sharia (ley islámica).
En lo judicial se designa al presidente del Tribunal Supremo y al procurador público (nacional) a través del presidente de la Corte Suprema ( o lo similar a ello), que es elegido por el máximo líder religioso. Se destacan tres tipos de tribunales, pero todos tienen una estructura de integración similar. A partir de creencias en verdades absolutas, la corriente islamista integrista, que es minoría dentro del mundo musulmán, toma literalmente el Corán y lo interpreta en algunos casos a su gusto político, generando una dictadura teocrática. Dictadura que se expande hasta las propias elecciones, con denuncias de fraguar votos entre ellos, como recientemente sucedió. La regresión al pasado oscuro de la edad media está presente hoy en Irán y el terror es parte de la opresión para subsistir en el poder.
Ejemplos cotidianos los vemos en condenas permanentes consistentes en lapidar (muerte arrojando piedras medianas) por impurezas de sus ciudadanos cuya “interpretación” de trasgresiones al Corán es lo primordial. Recordamos la mujer que se salvó de ser lapidada por las inmensas presiones internacionales; se la acusaba de haber tenido relaciones fuera de su matrimonio a pesar de que su esposo había fallecido.
Se estima que se aplica la pena de muerte a un iraní por día, unos 360 mueren al año.
El Dr. Raúl Geller documentó en lo cultural que “Mohammad Nurizad (director de cine), por escribir una carta abierta contra el fraude electoral, recibió como castigo azotes y latigazos por su negativa a pedir perdón y luego fue condenado a la cárcel. Hoy, Nurizad corre serio riesgo de muerte por su crítico estado alcanzado en la huelga de hambre. No siendo el único; quizás el caso más paradigmático sea el del cineasta Panahí, condenado a prisión e “inhabilitación para dirigir películas y escribir guiones por 20 años”, por pensar diferente al régimen.
Por otra parte la mujer no debe presentarse en público sin la burka o similar, trabajar y estudiar son lujos reglamentados donde tienen prohibiciones en la mayoría de los casos; no pueden ver un espectáculo de fútbol, puesto que es impuro para las mujeres y en el hogar deben obediencia total a su esposo y si el mismo las denuncia puede probablemente terminar condenándola a la lapidación.
Exponen una concepción teocrática de expansión del mundo musulmán, para conquistar más fieles y geografía. Son de extracción chiíta básicamente y están en puja entre otros con los sunnitas ( que son el 85% de los musulmanes). La izquierda no tiene lugar políticamente y es reprimida como toda fuerza secular e infiel. No existen sindicatos que se expresen y los guardianes de la revolución reprimen desde su lugar estas opciones, como vimos recientemente con los estudiantes.
Nos preguntamos: ¿Qué fuimos a hacer a Irán?, país de intolerancia, violador de los derechos humanos, con deseos de aniquilar a Israel. No es antiimperialista; es expansionista, por eso compite con el imperio. Es un nuevo fascismo de carácter teocrático, tan peligroso como Franco en España o Mussolini en Italia.
Ahmadineyad y su gobierno no son aliados de la izquierda; “son enemigos de los pueblos”.